Símbolos
dibujados con tinta sobre un papel,
sonidos
pronunciados por una voz lánguida,
palabras
efímeras, pero jamás insulsas,
sentimientos
intensos, pero jamás desbordados.
Tardes
lluviosas en compañía de un café,
un whisky o
quizá un cigarro, ¡vaya usted a saber!
Un hombre o
mujer inspirados,
escribiéndole
a un fantasma,
a un ángel o
a un demonio.
Una vida
condenada,
sin poder
acariciar al ser amado,
un
sentimiento que nace y muere en silencio,
páginas y
páginas destinadas
a empolvarse
y envejecer en un cajón.
Una vida
condenada a la soledad,
a la
incomprensión y la pasión,
una vida
condenada a sufrirla
con los
sentimientos a flor de piel…
Eso y nada
más que eso,
es la poesía.