Féminas
oprimidas por siglos,
discriminadas
durante años,
consideradas
por muchas eras
el sexo
débil, del hogar guardianas.
Damiselas en
peligro en todos
los relatos
infantiles y los épicos,
mártires,
abnegadas, débiles
y frágiles
seres de piel de alelíes.
Protectoras
de los hogares,
encargadas de
educar
a los críos y
atender
a sus maridos,
al hogar alimentar,
Hera era su
patrona.
Genios e
intelectuales
salieron de
hogares matriarcales,
felices y
plenos, mientras,
criadas para
servir, las hermanas
de los
eruditos, ya habían
conseguido
marido y seguían
los pasos de
sus madres y sus abuelas.
Así fue por
siglos, eras enteras,
las hembras
fueron meramente
madres y
cuidadoras de las moradas,
amorosas,
tranquilas, muchas veces sufridas,
pero
mayormente eran dichosas.
¿Cuándo
cambiarían su destino,
frágiles
seres de piel de seda,
cuándo iba a
cambiar su camino?
¿Cuándo
decidieron que su vida
de paz y de
tranquilidad
ya no les era
suficiente?
¿Cuándo
decidieron que criar
a sus hijos y
ser feliz
con un solo
hombre ya no era lo óptimo?
“El varón nos
oprime, piensa
que somos
menos que él”,
decían ellas
mientras ellos
decían “son
el sexo débil”.
Vino la
revolución industrial,
necesitaban
mano de obra,
pero los
hombres se habían ido
todos a la
guerra, no quedaba de otra,
contratar
mujeres era la solución…
Ese fue el
comienzo del final.
Lector,
lectora mía, por favor,
no me tache
de machista,
estoy a favor
de la igualdad
de derechos,
señora mía,
tengo derecho
a ir de pie
en el vagón
de metro al igual
que todos los
hombres que van
de pie, tengo
derecho a ceder
mi lugar a
los ancianos y a otras
mujeres que
lo necesiten más
que yo. Tengo
derecho a viajar
junto con los
demás pasajeros,
de todas las
edades y géneros
y no irme en
el vagón especial.
Tengo derecho
a trabajar en mi hogar
sin que me
llamen parásito,
inútil o
tonta, tengo derecho
a ser una
mujer a la antigua,
dedicada a
mis hijos,
mi esposo
tiene derecho
a cuidar a
los niños también,
a realizar el
quehacer como
yo, porque
somos humanos
ante todo y
somos iguales…
¿por qué
exigen un trato diferente?
¿por qué
exigen respeto cuando
no se
respetan ni a sí mismas?
¿por qué se
llaman “sexo débil”
entre ustedes
mismas, colegas?
Féminas de la
antigüedad,
féminas
ilustres como Beauvoir,
lucharon con
pluma y papel
contra la
desigualdad de género,
lucharon por
el respeto al género
más poderoso
y fuerte de la tierra
para que
ustedes, muchachas,
ahora lleguen
a escupirles a la cara,
a denigrarse
por aceptación y atención
en ese lugar
oscuro llamado CaraLibro,
exhibiéndose
como en un prostíbulo
de la antigua
Pompeya
y a la vez,
comportándose
como la Santa
Virgen y exigir respeto,
exigen
caballeros siendo unas fulanas,
exigen
caballeros bebiendo alcohol
como germanos
en banquete,
hasta perder
el conocimiento,
la dignidad y
el respeto propio.
Exigen
fidelidad siendo
canes
falderas, disponibles
al mejor
postor, desesperadas
de atención,
desesperadas de amor…
¡Ah, maldigo
las ideas revolucionarias
que se
tergiversaron a través de los años!
¡Creen que
ser libres, es lo mismo
que ser
libertinas!
Hambrientas
de amor,
lo buscan en
bares y en moteles,
lo buscan en
el dinero
y en la
atención,
se muestran
disponibles
sexualmente,
deseosas
de atención…
de amor.
Niña, cubre
esos capullos,
no florecen
aún, no quieras
parecer
mayor, no quieras
ser “libre”,
despinta ese rostro
angelical,
terso de alelí…
Me han
tachado de “mocha”,
reprimida,
aburrida y mustia,
me consideran
lesbiana
por vestir
cómodamente,
por ser
decente y no exhibirme,
por ser
mesurada y leer libros…
si ser una
mujer libre
significa
entrar en un régimen
tan sólido y
tan tirano
que solo me
considera
fémina libre
si me visto
para mostrar
disponibilidad sexual,
si me
embriago en bares
y busco tan
desesperadamente un hombre…
Ya no quiero
ser mujer…
o al menos no
una mujer libre.
Quiero ser
una mujer libre,
no libertina,
quiero ser una mujer
a la antigua,
ama de casa,
mesurada e
inteligente,
de esas que
ya casi no existen,
de esas
mujeres atentas a sus hijos,
madres de
intelectuales,
de hombres de
bien, más no de criminales…
Ya no quiero
ser mujer,
quiero vivir
oprimida entonces,
no quiero la
hipocresía de su “igualdad”…
quiero ser
una mujer libre
y esperaré a
que las mujeres nos liberemos.